El Padre Leandro Bonnin compartió a través de las redes un mensaje en el Día Internacional de la Mujer:
«En una clase reciente de Teología del Cuerpo un profesor deslizó una idea poderosa: en el mundo antiguo el 1 es símbolo del varón, y el 2 de la mujer.
Alguno pensará: «claro, el varón es primero y la mujer segunda, siempre fue así lamentablemente». Pero el profesor explicaba que -en realidad- se puede y debe leer de modo diferente: DOS es más que UNO. Si bien varones y mujeres somos iguales en dignidad personal, y nos necesitamos mutuamente, es evidente a todo el mundo que la mujer es más «completa» y está habitualmente más «integrada» que el varón. Es -como jocosamente expresa algún autor- una versión 2.0 de la especie humana…
No obstante -y aquí quiero llegar- el profesor decía que la mujer es simbolizada en el 2 porque SU CUERPO ESTÁ DISEÑADO PARA DOS. El cuerpo femenino se diferencia esencialmente del masculino por ser capaz de «contener» otro cuerpo. Es una vida tan viviente que puede llevar «dentro» otra vida.
Ese diseño anatómico y fisiológico del cuerpo femenino no es casual… no es reflejo de la evolución ciega de las especies, sino de un plan cuidadosamente diseñado por el Dios Trinitario para revelar algo de su divina esencia.
El cuerpo femenino -cuerpo «dual»- revela un aspecto esencial de la feminidad: la mujer está orientada siempre al «nosotros», a la comunión, a la acogida de la vida. La mujer es más mujer y más feliz SIEMPRE en las relaciones y nunca en el individualismo narcisista. La mujer sabe que lo mejor de su vida transcurre cuando vive con los otros y -aún más- para los otros. Y que en ese «acoger la vida» y «dar la vida» no es denigrada, ni anulada, sino al contrario: es plenificada.
Desde el maravilloso cuerpo femenino, desde su admirable fecundidad, desde esa capacidad de nutrir que lleva impresa en su fisiología, nos asomamos al misterio de su belleza trascendente, icono de ese Dios a quien llamamos «Señor y Dador de Vida». No toda mujer es llamada engendrar hijos biológicos: pero toda mujer es invitada a ser «madre», y lo es, en la medida en que deja fluir su innata capacidad de generar vínculos de amor en su entorno. También en nuestro tiempo confundido y contradictorio.
Gracias al Señor por todas las mujeres del mundo. Que todas puedan encontrar en Ti y en María un camino cierto para alcanzar su plenitud».
P. Leandro Bonnin