La Dra. Sara Álvarez, presidente de Médicos por la Vida Tucumán, ofreció unas palabras en el evento realizado este miércoles 09 de Diciembre en el Monumento del Bicentenario, con un mensaje claro de que «toda vida vale».
«Los médicos tucumanos que cuidamos la vida afirmamos que la VIDA HUMANA COMIENZA EN LA CONCEPCIÓN. Esto lo afirma desde hace años y SIN LUGAR A DUDA la ciencia. Todo estudiante de medicina lo sabe desde el 1er año de la facultad, y todo médico debería recordarlo, especialmente cuando ocupa cargos de poder.
Por eso repetimos una vez más: con el aborto se mata a un niño por nacer, único, irrepetible y se daña profundamente a la mujer que aborta, porque se convierte en la madre de un hijo muerto. Queremos que los DOS sean protegidos de la tragedia que es el aborto. ¡Con este proyecto dicen que legalizan el aborto sólo hasta la semana 14, pero en realidad incluye la muerte del niño por nacer hasta el instante anterior al nacimiento! ¡Pretenden que la medicina que es capaz de salvar la vida de niños prematuros extremos sea usada para matar al niño en el vientre materno hasta el noveno mes, o si llega a salir con vida, se lo debe dejar que agonice y muera sin asistencia!
Señores diputados: queremos que los recursos que se dediquen a la salud pública sean destinados a las necesidades reales de las mujeres y de toda la población. Este año de pandemia hemos sufrido especialmente las muchas necesidades que hay en el ámbito de la salud. Aun así, los médicos seguiremos trabajando para cuidar toda vida, incluso con el dolor de tantos colegas que han partido cumpliendo su labor y de tantos más que han quedado con su salud quebrantada. Sí, estamos cansados, pero ¡no nos cansaremos nunca de cuidar con todas nuestras fuerzas la salud y la vida de nuestros pacientes, sin discriminar si viven fuera o dentro del vientre materno, sin discriminar si fueron deseados o no, porque toda vida vale!
Por eso aquí, públicamente, invitamos a todos los médicos que están aquí y a los que no pudieron venir que lo hagan desde sus casas, a renovar el juramento hipocrático, el que estamos decididos a honrar, ¡así tengamos que ir presos por hacerlo!:
Juro dar cumplimiento en la medida de mis fuerzas y de acuerdo con mi criterio a este juramento y compromiso:
Tener al que me enseñó este arte en igual estima que a mis progenitores, compartir con él mi hacienda y tomar a mi cargo sus necesidades si le hiciere falta; considerar a sus hijos como hermanos míos y enseñarles este arte, si es que tuvieran necesidad de aprenderlo, de forma gratuita y sin contrato; hacerme cargo de la preceptiva, la instrucción oral y todas las demás enseñanzas de mis hijos, de los de mi maestro y de los discípulos que hayan suscrito el compromiso y estén sometidos por juramento a la ley médica, pero a nadie más .Haré uso del régimen dietético para ayuda del enfermo, según mi capacidad y recto entender: del daño y la injusticia le preservaré.
No daré́ a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia. Igualmente, tampoco proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo. En pureza y santidad mantendré́ mi vida y mi arte.No haré uso del bisturí́ ni aun con los que sufren del mal de piedra: dejaré esa práctica a los que la realizan. A cualquier casa que entrare acudiré para asistencia del enfermo, fuera de todo agravio intencionado o corrupción, en especial de prácticas sexuales con las personas, ya sean hombres o mujeres, esclavos o libres.
Lo que, en el tratamiento, o incluso fuera de él, viere u oyere en relación con la vida de los hombres, aquello que jamás deba trascender, lo callaré teniéndolo por secreto.En consecuencia, séame dado, si a este juramento fuere fiel y no lo quebrantare, el gozar de mi vida y de mi arte, siempre celebrado entre todos los hombres. Mas si lo trasgredo y cometo perjurio, sea de esto lo contrario.
¡Viva la vida de todos!»
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